El Libro Marrón: las bases del concurso para la Ópera de Sídney
La Ópera de Sídney es uno de los edificios más reconocibles y, sin duda, uno de los más grandes del siglo XX. Utzon dio a Sydney una «solución» tan elegante que ahora parece casi evidente. Si ésta era la respuesta, ¿cuál era la pregunta?
En 1947, el director de orquesta inglés Eugene Goosens llegó a Sídney para dirigir el Conservatorio de Música y la Orquesta Sinfónica de Sídney. Poco impresionado por las actuaciones en iglesias y ayuntamientos, empezó a presionar al gobierno para que construyera una sala de ópera y conciertos en el emplazamiento de las antiguas cocheras de tranvías de Bennelong Point, en el puerto de Sídney.
En 1953, Goosens llevó la idea más lejos e ideó un proyecto estudiantil de la Universidad de Sídney con el profesor de arquitectura Harry Ashworth, según el cual los estudiantes diseñarían un teatro de ópera, una sala de conciertos y un restaurante para Goosens -que actuaba como cliente- en el emplazamiento de Bennelong Point. Este proyecto se convirtió en concurso internacional en 1956, y Ashworth actuó como organizador, presidente del concurso y miembro del jurado. Ashworth seleccionó a otros tres miembros del jurado: el arquitecto Cobden Parkes, del gobierno de Nueva Gales del Sur, el arquitecto inglés Sir Leslie Martin (el único miembro del jurado con experiencia en espacios escénicos) y el juez finlandés-americano Eero Saarinen. No había ingenieros ni políticos en el jurado. No había presupuesto de construcción, ni plazos, ni se exigía estar empadronado en la zona o haber trabajado antes en un edificio similar, y se planteó como un concurso anónimo de una sola fase, lo que significaba que el ganador se quedaba con el trabajo.
El 15 de febrero de 1956, el primer ministro de Nueva Gales del Sur, John Cahill, convocó el concurso para construir «una Ópera Nacional en Bennelong Point». El informe del concurso se presentó en forma de libro de 27 páginas con cubierta marrón y se conoció como el “Brown Book”. El premio en metálico era de 5.000 libras australianas y la cuota de inscripción de 10 libras australianas.
La genialidad de este documento reside en su brevedad, ya que la mayoría de las páginas están dedicadas a fotografías del emplazamiento. Un párrafo se refiere a regañadientes al «coste» y subraya que «los concursantes deben tener en cuenta la necesidad de un buen juicio en cuanto a las implicaciones financieras» de su diseño.
Los «requisitos de construcción» se incluyen -casi a modo de disculpa- como «Apéndice 5» y sugieren un aforo y una gama de usos, pero poco más. Se hace mayor hincapié, y con razón, en los aseos de caballeros y señoras.
Las personas importantes con trajes mal ajustados pueden reírse de lo ingenuos y estúpidos que fuimos en su día al permitir que se produjera semejante parodia, pero sigue existiendo el argumento de que tenemos el proyecto para el mayor de todos los concursos de arquitectura. La resplandeciente Casa de Utzon en Sídney es un testimonio del poder de crear las condiciones que permiten que prosperen las buenas ideas.
Texto: Eoghan Lewis es arquitecto y fundador de Eoghan Lewis Architects y de Sydney Architecture Walks.
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